19 de agosto de 2010

02 – Caminando por la orilla

Mi infancia la pasé en la década de los 70s y 80s en Argentina. Recuerdo que en ese entonces todo era parecía más artesanal. No había shoppings, el Internet no existía y casi todo el comercio era yendo a la tiendita especializada. No digo que las cosas eran mejores o más lindas porque cuando uno es chico no conoce casi nada del mundo y no tiene muchos puntos de comparación, pero sí había una mística y un encanto muy particular. Quién sabe, quizás dentro de 20 años voy a decir lo mismo de la década del 2000. Por esa época yo vivía en la ciudad de Adrogué, al sur de la ciudad de Buenos Aires. Una ciudad típica de clase media. Estaban los clásicos comercios, restaurants y algún que otro bar o cafecito. Me pongo a pensar y comparando los comercios a los de hoy es como si fueran de otro siglo (bueno, de hecho lo eran). Me acuerdo que me pasaba largo tiempo mirando las vidrieras de los que vendían las cosas que a mí me interesaban, juguetes, cosas de deportes, libros y discos. Me acuerdo que como era un niño no tenía dinero y no me podía dar el gusto de comprarme algunas cosas, pero no faltaba la ocasión para que mis padres me hagan algún regalito. Había muchas de esas tienditas vende-porquerías como yo las llamo. En realidad las llamo en una forma un poquito más grosera, me entienden, ¿verdad? Me acuerdo de una en particular, que estaba dentro de una galería cerca del correo. La tienda estaba perdida, no la visitaba nadie. No tenía nada de especial y no creo que alguien haya dicho alguna vez ‘necesito algo específico de ese negocio’. No tengo idea de cómo sobrevivía. Uno de esos días había acompañado a mi mamá a comprar alguna cosa y con tal de zafar de la pesadilla de hacer compras de las cuales no tenía el más mínimo interés, me quedé mirando esta tienda. Me acuerdo que vendían posters, cuadros e infinidad de cosas que uno nunca necesita. Desde afuera podía ver colgado uno de esos cuadritos que tenía como una pequeña historia escrita. Me impactó tanto que hasta el día de hoy me acuerdo. Decía más o menos así:

Un hombre desesperado le habló a Dios. Quería saber por qué Dios lo había abandonado. Le dijo, “Señor, sé que siempre estuviste conmigo. Siempre sentí que estabas a mi lado. Recuerdo que en las etapas más hermosas de mi vida veía tus huellas mientras caminaba a la orilla del mar y eso me hacía muy feliz. En todos mis éxitos veía siempre tus huellas junto a las mías. Incluso cuando te llamaba veía que estabas a mi lado. Pero como sabes, no toda mi vida siguió de forma feliz. Las cosas comenzaron a ir muy mal y justo en la etapa más difícil, cuando más te necesitaba, busqué tus huellas y no las vi más. Solo veía las mías. ¿Por qué Señor me abandonaste cuando más te necesitaba?” Entonces Dios le dijo “Yo nunca te abandoné, tu veías solo un par de pisadas y pensaste que eran las tuyas, pero en realidad eran las mías. No podías ver las tuyas porque yo te estaba cargando”.

De la tiendita vende-porquerías no debe de haber quedado nada y dudo que haya sobrevivido mucho tiempo. Yo nunca compré nada ahí, pero la historia esa me quedó muy viva y presente hasta el día de hoy. Si llegara a conocer al dueño le agradecería por el lindo recuerdo. En estos momento que escribo esto me cuestiono cómo me gustaría que todos pudiésemos ver las pisadas de Dios al lado de las nuestras. Mucha gente agradece a Dios por sus éxitos y sus grandes logros. Pero a veces uno se deja llevar por las grandes cosas y no nos damos cuenta de que Dios está siempre con nosotros incluso en las minucias de la vida cotidiana. Me di cuenta que desde las cosas más grandes hasta las más pequeñas, Dios está ahí caminando con nosotros. Lo más increíble aún es que creo que no solo está caminando a nuestro lado, creo que nos está guiando a ese éxito y a esa felicidad. Seguramente El intercederá para que el negocio que emprendamos sea un éxito, o para que nos den una promoción en el trabajo, o para el nacimiento de un hijo, o en para poder tomarnos unas vacaciones, o en sanar una enfermedad. Pero, ¿no nos está guiando también en los acontecimientos que pensamos que son insignificantes o irrelevantes? ¿Disfrutar de un día de sol, una rica cena o de una simple sonrisa de un ser amado no significa eso también que Dios está ahí?

Hace unos días escuché en la radio la historia (verídica, no es invento mío) de una señora a la que le encantaban los pájaros y pasaba bastante tiempo en su jardín viéndolos y meditando. Poco a poco se dio cuenta que había un cardenal que todos los días a la misma hora se posaba en la misma rama. Iba y venía piando y cantando con todo orgullo. A la media hora el cardenal si iba para volver al día siguiente exactamente a la misma hora. La señora se lo tomó ya por costumbre y ansiaba llegar a la hora del día en que el cardinal viniera a demostrar su belleza y su canto. A los seis meses el marido murió y ella entre el dolor y desconsuelo dejó su rutina de ir al jardín y el pájaro dejó de ir. Con el tiempo la melancólica señora comenzó a volver al jardín y un buen día a la misma hora de siempre el cardinal volvió a posarse en una rama y a cantar. La alegría que le entró fue tan grande que no paró de agradecerle a Dios por haberle mandado semejante regocijo después de tanta tristeza. No cabe duda que Dios estaba ahí con ella y está siempre con nosotros incluso en cosas tan intrascendentes como un pajarito posado en la rama de un árbol. ¿Cuántas veces nos damos cuenta de que Dios está acá al lado nuestro en cada cosita de la vida? Por lo menos para mí muy pocas y seguramente muchas personas piensan que nunca. Quizás tenga que abrir la mente de una manera totalmente nueva para mi. Quizás esa apertura sea simplemente tener fe. No creo que tener fe sea decir que hay “un hombre invisible que todo lo sabe y todo lo ve y hay que tener mucho cuidado”. Creo que va más allá y es saber que además de que todo lo sabe y todo lo ve, está con nosotros en cada paso de nuestras vidas, desde el más chiquito hasta el salto más grande, cuidándonos y guiándonos. El desafío es darse cuenta. Es como cuando vamos manejando por el autopista, solo vemos los coches que están adelante pero, aunque a simple vista no los vemos, también hay coches detrás nuestro, solo tenemos que ver en el espejo retrovisor.

Qué bueno sería poder ver a Dios en cada momento de felicidad y agradecerle por eso. Pero encuentro mucho más complejo verlo en los momentos duros. Muchos han sufrido en la vida y habrá muchos sufrimientos más. Hay quienes dicen “Dios me abandonó y por eso me pasaron todas estas desgracias. Chau Dios”. ¿Por qué no preguntarse, no será que Dios me estuvo cargando durante todo este tiempo y por eso veo solo un par de pisadas? ¿No será que Dios nos está preparando para algo más? Realmente creo que por más que la estemos pasando mal hay esperanza. Hay esperanza de felicidad, de sanación y de vivir una vida plena. Pero ay, qué difícil es darse cuenta en ese momento. Probablemente la ayuda no venga en los tiempos que uno desea, pero si Dios se tomó el trabajo de ponernos en esta vida no creo que sea tan malo como para abandonarnos a la deriva. Cómo me gustaría que las hijitas de la señora que trabajaba en casa sepan que Dios las está cargando y protegiendo aún y cuando su mamá ya no esté con ellas. Cómo me gustaría que los niños que piden en las calles sepan que no están solos, que Dios los va a cuidar. Cómo me gustaría saber que quienes perdieron el trabajo sepan que Dios está ahí preparándoles algo nuevo. Es lógico que alguien que haya perdido a un ser querido lo extrañe, pero estoy seguro de que si miras por el espejo retrovisor verá que Dios está ahí protegiéndote y consolándote. Quienes están pasando un momento malo con sus familias o en sus relaciones, no tengan duda de que Dios está ahí, no te va a dejar solo. Solamente no le cierres la puerta, dale una oportunidad de entrar. Ten fe que El te dará paz.

Jesús dijo, “Pidan, y se les dará; busquen, y hallarán; llamen, y se les abrirá. Porque todo el que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá. ¿O qué hombre hay entre ustedes que si su hijo le pide pan, le dará una piedra, o si le pide un pescado, le dará una serpiente?” (Mateo 7:7-10). Dios te está escuchando y si lo pides con fe y un corazón abierto te lo va a dar. Se paciente que sí lo va a hacer. Quizás no en el tiempo y la forma que estás esperando. No esperes una respuesta específica en un determinado tiempo porque puedes decepcionarte si no te da lo que exactamente lo que esperas. Abre tu corazón para poder escuchar las respuestas de Dios. Tengo certeza que El lo va a hacer con un amor nunca visto. Aunque ahora no lo veas, sé que El te está acompañando.

Y cuando estés pasando por un mal momento y pienses que Dios no está contigo, mira detenidamente a la orilla. Vas a notar que las pisadas son más hondas.

6 comentarios:

  1. Buenísimo el blog Tachera. Me gustan tus interpretaciones y aunque no compartamos las creencias opino que siempre es bueno ser positivo. Tenés una linda forma de contar las cosas, definitivamente tenés que seguir haciéndolo. Quien te dice en una de esas logras convertirme, jajaja.
    Te mando un abrazo enorme y un beso más grande para tu mujer(algún día espero poder dárselo en persona).

    Tani el ateo

    ResponderEliminar
  2. Amor: No cabe duda que Dios te esta iluminando, realmente es muy conmovedor y ojala que todos veamos que Dios siempre esta a nuestro lado aun en los momentos mas dificiles, por que Dios es un Dios VIVO.
    Sigue asi que Dios tiene un propósito para tí.
    Soy la mujer mas orgulloza de tenerte como esposo.
    Te amo.

    ResponderEliminar
  3. Santi, sos un fenómeno; me encanta cómo escribís.
    Abrazote,
    Marce :)

    ResponderEliminar
  4. Muy lindo Santiago. La lectura de tus textos es muy llevadera. Me gustó cómo llegaste al tema central, desde una historia simple, sencilla, pero muy descriptiva de las emociones. Un beso, Luján.-

    ResponderEliminar
  5. Como andas santiago, el otro dia comente algo se ve que no lo publique bien, por lo que venimos comentando por mail esta muy bueno la parabola ysirve para darce cuenta y encontrar a dios no solo en los malos momentos, que es cuando siempre lo requerimos sino tambien el las cosas chicas de todos los dias, la familia, trabajo, saludu, amigos .......
    es muy dificil verlo en los malos momentos, una vez me toco vivir cuando era preceptor el fallecimiento de un alumno de 4 año, el impacto para los compañeros y nosotros de la muerte de una persona tan joven.colegio catolico mas dificil de explicar a los chicos donde se encuentra dios en ese momento, y ahi esta la fe y entender que es dios y tratar de buscar lo positivo de un echo negativo, valorar mas la vida, la amistad, familia.....
    el rector decia de cada echo negativo hay qye encontrar dos positivos, ahi esta la inteligencia del hombre en entender y comprender.

    saludos cesar, segui que esta muy bueno poder tomarse un rato en esta boragine y poder reflexionar

    ResponderEliminar
  6. Siempre pasa que hay algo que toda la vida estuvo presente y uno no le prestaba la atencion que se merecia. En tu caso, desde la tiendita de Adrogue estuvo hasta hoy presente en tu mente la palabra de Dios, y volves a redescubrir esas palabras a traves de este despertar de Dios en tu vida. Te diste cuenta que no estabas solo, y que cuando solo veias 2 huellas, era que Dios te estaba cargando.
    Saludos,

    ResponderEliminar